Astucias de quienes trataron de inmolarse en el sol
a kilómetros de distancia y apetencia.
Astucias de quienes pasearon sin marearse un poco
por el borde del concepto de infinito,
y cayeron resbalando al vacío
con la única certeza de sus ideas.
Astucias de quienes ha vuelto sin inmutarse
de una charla de tres horas
sobre el liberalismo progresista de hace dos siglos.
Astucias de quienes no han muerto
sino tratando de evitar la desgracia de otros,
y han gritado de impotencia desde sus tumbas,
en el pasillo 3, número 38, del cementerio madre.
Astutos ellos,
y sus fallidas astucias.
quienes lloraron durante horas rogándole al Dios,
al Karma o a la Naturaleza.
Astutos los que removieron tierra en busca de oro y riquezas
y encontraron tierra y de todo,
menos oro y riquezas.
Astucias de quienes se destriparon
en presencia de carroñeros al acecho,
y sintieron miedo, pero no dudaron,
y continuaron hasta quedar en huesos,
desnudos,
sin ropa ni corazas
que cubrieran sus heridas, daños, ideas,
carnes y guerras.
Astucias de quienes miraron al cielo durante noches enteras
sintiendo la caída del universo mismo
sobre sus diminutos cuerpos,
y se sintieron frágiles y efímeros,
y quisieron llorar.
Astutos ellos en sus astucias.
En sus fallidas astucias.