viernes, 4 de septiembre de 2015

Madrugada del domingo 30. On the road.

Luz de farolas, pocas visión.
Cada día es un problema al anterior,
y los árboles pasan rápido si los miras de cerca.
Silencio. Por fin.
Poco más que el ruido del motor...
y nuestras cortas conversaciones.

El valor de recorrer
kilómetros a vuestro lado
y sentir que pierdes el tiempo
pero con la mejor
compañía
es lo que nos ha traído aquí.

Las altas expectativas,
las canciones nuestras.
El arriesgar a ciegas un montón de ilusiones
y perderlas por el camino,
pero recuperarlas todas de golpe
con un volantazo y esas sonrisas
de complicidad.

Atados todos a este suelo
y valores que nos unen.
Rectifico cuando creía
que la vida era fácil,
o que acaso tiene
algún sentido.

Es como escribir sin mirar.
Te expones como te sale
y a la mierda la planificación
y las lineas rectas.
Cuando caminas a ciegas,
o conduces a las 4 de la madrugada
no existen las líneas rectas.
Aquí tampoco.

Las malas decisiones
también forman parte de todo esto.
La velocidad, el frío,
el malestar.
Esta ha sido una de ellas.
Necesito un trago de algo.
Necesito que no duela al tragar.

Interminable camino,
El tiempo no pasa.
Cada vez veo menos.
Cada vez tengo más sueño...
Y ya casi no puedo soportar la situación
la inevitable -y odiosa-
vuelta a casa.

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